En los últimos años, la disrupción en las cadenas de suministros globales pusieron a América Latina en la mira como potencial destino de grandes inversiones extranjeras redirigidas desde Asia. En México, por su proximidad con Estados Unidos, esta tendencia puso en agenda al nearshoring, la relocalización de cadenas productivas a países o regiones geográficamente cercanos. El potencial del país para aprovechar esta coyuntura fue un tema protagónico en el último Congreso Latinoamericano de Transformación Digital (CLTD), realizado en alianza con M360 LATAM (31 de mayo – 1 de junio, Ciudad de México). Autoridades de gobierno y líderes empresariales coincidieron en la oportunidad de oro que el nearshoring representa para el desarrollo del país. Pero también en un diagnóstico: fortalecer la infraestructura digital es una precondición crítica para atraer esas inversiones, en especial si se busca captar verticales con alto valor agregado.
“Con el nearshoring estamos ante una oportunidad histórica y va a depender de lo que hagamos si la aprovechamos o no”, afirmó Javier Juárez Mojica, Comisionado Presidente del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) en la apertura del CLTD y M360 LATAM. Y agregó que el nearshoring puede aportar más de 10 puntos al PIB nacional en los próximos 8 años. “Nuestras ventajas aparentes -mano de obra, posición geográfica, clima, recursos humanos- se pierden al ver nuestros costos logísticos, que llegan a ser hasta el doble que los de nuestros vecinos. Aquí hay una oportunidad en todo el campo de la digitalización”, sostuvo Rogelio Jiménez Pons, Subsecretario de Transportes de México.
La infraestructura digital es un factor fundamental para elevar el perfil de México -y de América Latina, en general- como destino de inversiones. Pero fortalecer este capital no se logrará solo con buenas intenciones: se necesita un entorno de políticas y regulaciones acorde al objetivo.
Conectividad de calidad, la llave para atraer inversiones en la era digital
Al desembarcar con inversiones en un país extranjero, las empresas buscan condiciones que brinden ventajas competitivas y beneficios en términos de costos, calidad y eficiencia en sus operaciones. La infraestructura digital juega un papel clave.
Procesos automatizados, Internet de las Cosas (IoT), Big Data, fábricas inteligentes, realidad aumentada, vehículos autónomos… Todas las innovaciones que dan vida a la 4° Revolución Industrial tienen algo en común: la conectividad, y más específicamente, al 5G como tecnología de soporte. En efecto, el factor de impacto del 5G provendrá de aprovechar sus capacidades diferenciales para aplicaciones industriales “a medida”. Los aumentos en productividad y eficiencias conducirán a una contribución económica que representará el 0,9% del PIB total de América Latina en 2030, más de USD 60.000 millones.
Cuanto más robusta sea la infraestructura digital de un país, mayor será su atractivo como destino de nearshoring y otras inversiones. La misma premisa aplica a nivel interno. El 5G será un pilar de los polos tecnológicos y parques industriales. Un distrito con mejor conectividad será más atractivo para la radicación de empresas y fábricas y, por ende, para la generación de empleo.
¿Cómo alcanzar la conectividad de calidad?
Los marcos de políticas públicas y regulación influyen en los planes de los inversores internacionales. Si los inversores van a elegir un país por su competitividad en materia digital, necesitan observar decisiones de gobierno que aseguren un entorno propicio para el crecimiento del sector de las telecomunicaciones y la tecnología.
En este sentido, en el caso de México, aparece un obstáculo en primer plano: el costo del espectro. El precio del recurso en este país duplica la mediana regional y figura entre los más caros del mundo. Esto ha llevado a subastas desiertas y devoluciones que convirtieron a México en el único país de la región donde la cantidad de espectro asignado a servicios móviles disminuye en vez de aumentar a la par del tráfico. Algunos operadores ya han anticipado que no participarán en subastas 5G de no cambiar las condiciones. Por lo tanto, los altos costos del espectro son una traba directa para acelerar el desarrollo digital y atraer inversiones. Aunque el caso de México es paradigmático, los costos altos de espectro afectan a varios países de América Latina. Esto sucede porque muchos gobiernos de la región siguen concibiendo al recurso como un instrumento de recaudación en vez de una herramienta para la inclusión y la innovación digital.
Otro aspecto a considerar es la burocracia municipal para el despliegue de infraestructura. Los gobiernos locales que imponen restricciones o trámites administrativos complicados para instalar antenas en sus territorios retrasan el desarrollo digital nacional. Reducir barreras para agilizar el despliegue de redes favorece el clima de inversiones, pero también la igualdad de oportunidades al interior del país.
Una política regulatoria y fiscal pro-inversiones es necesaria dentro del propio sector de telecomunicaciones. Quienes lideran las operaciones nacionales necesitan tener un sólido caso de negocio para justificar la inyección de fondos en sus países. Los marcos de políticas que brindan previsibilidad y certidumbre jurídica, así como estructuras impositivas que incentiven la adopción y uso de servicios móviles, en vez de gravarlos, pueden ser factores decisivos en la distribución de capitales.
La conectividad ya es un insumo básico de cualquier industria. Como sucedió en su momento con la electricidad, hoy es impensable montar una fábrica o una planta sin tecnologías de soporte como el 5G y el IoT. En tiempos de economía digital, las políticas públicas para la expansión de las telecomunicaciones son sinónimo de inversiones y desarrollo industrial.