Durante la pandemia, la conectividad consolidó su rol protagonista en nuestra sociedad, convirtiéndose en una aliada estratégica de gobiernos y empresas, pero también de la comunidad educativa, los pequeños comercios, y las familias y amigos físicamente distanciados. La infraestructura digital se mostró robusta frente al aumento y cambio de patrones de tráfico como resultado de inversiones realizadas a lo largo de los últimos años, pero la realidad nos obliga a seguir mirando hacia adelante, en especial en una región como América Latina, con su realidad de dificultades y trabas para el desarrollo. El Banco Mundial pronosticó una contracción de la actividad económica regional del 7,9% para 2020[1], mientras que CEPAL alertó sobre la pérdida de 47 millones de puestos de trabajo y un retroceso del PBI per cápita a niveles de hace 10 años[2].
Este panorama obliga a todos los actores de la economía, públicos y privados, a trabajar por una recuperación lo más rápida y equitativa posible. Por su transversalidad a casi todo ámbito de actividad de un país, el potencial de aporte de la conectividad es enorme. Se estima que un incremento del 10% en la penetración de banda ancha móvil resultaría en un aumento adicional promedio del PIB de 1,2% en las economías de América Latina y el Caribe[3].
Con esta mirada, la GSMA ha elaborado una serie de propuestas y recomendaciones de política pública para lograr más y mejor conectividad en América Latina. El documento, que recoge aprendizajes, señala asignaturas pendientes y describe mejores prácticas internacionales, se ordena bajo 4 ejes.
- Simplificación regulatoria. Analizar y simplificar la regulación obsoleta para fomentar la digitalización y el desarrollo de redes presentes y futuras.
- Coordinación intersectorial. Fomentar el diálogo entre los miembros del Congreso, las autoridades regulatorias y hacedores de políticas sectoriales y los representantes del sector privado.
- Optimización tributaria. Construir una política fiscal consistente con el fomento de las inversiones, la inclusión y el incremento del PIB que la digitalización es capaz de generar.
- Planificación estratégica del espectro. Impulsar políticas de espectro a largo plazo, que tengan como centro la inclusión digital y la innovación, y no una vocación recaudatoria.
A más de un año de iniciada esta gran disrupción, ese supuesto horizonte “post pandemia” del que hablábamos al principio se desdibuja y se mezcla con el presente. Las reformas y mejoras que puedan contribuir a la recuperación económica de la región no pueden esperar. La oportunidad para una América Latina digital y conectada es hoy.
[1] América Latina y el Caribe: panorama general, Banco Mundial, 2020.
[2] Enfrentar los efectos cada vez mayores del COVID-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones, CEPAL, 15 de julio de 2020.
[3] La contribución económica de la banda ancha, la digitalización y la regulación de las TIC, UIT, 2019.